jueves, 26 de enero de 2023

Reseña De dos novelas de Josefina Vicens


El libro vacío y Los años falsos de Josefina Vicens

 


Norma Páez[1]

Las dos novelas que les invitaré a leer a través de este escrito han sido reseñadas, analizadas y traducidas al francés, al inglés y al italiano. Este interés nos ha permitido contar hasta nuestros días con dos historias, después de que fueran publicadas en 1958 El libro vacío y en 1982 Los años falsos de Josefina Vicens[2]. Aunque la autora solo publicó dos breves novelas es recomendable no dejarse llevar por las apariencias, según sus ‘biografistas’ fue una escritora que publicó para diferentes revistas y otras publicaciones, además de que editó su propia revista, Torerías. Sería interesante contar con todas sus publicaciones en un repositorio digital de acceso abierto.

Reseñistas y analistas de las dos novelas[3], y que cito a pie de página, en su conjunto sus líneas temáticas de lectura son: la escritura, la construcción de la identidad, la introspección, la muerte, el patriarcado, la masculinidad hegemónica, el cuerpo[4], temas centrales todos, aunque para algunos tiene más peso la muerte y el acto de escribir. Otras vetas de lectura que han adquirido relevancia son sobre la ciudad de México y la idea de familia[5], cabe decir que de esta última, desde la ilustración de José Luis Cuevas, elegida para la portada de edición electrónica e impresa del Fondo de Cultura Económica, nos provoca a pensar en la familia nuclear que se concebían en la década de los 50s.

El libro vacío es la novela que ha tenido más eco que Los años falsos, y quizá tenga que ver con uno de los temas que aborda desde sus primeras páginas, “la dificultad de escribir”. El libro vacío puede considerarse un anti-manual donde no hay fórmulas pero sí preguntas que detonan la empatía de sus lectores en el diario sufrimiento y angustia del escribir o no poder. Para las escritoras o escritores que se hayan enfrentado a la pregunta sobre qué escribir, a esa temible hoja en blanco, pueden reconocerse cuando las palabras se quedaron atoradas en el olvido o en un cuadernito que se perdió entre tantos otros, o cuando las notas se guardaron y se traspapelaron, o de cuando se borran las ideas o las anécdotas anotadas.

En El libro vacío Josefina Vicens nos habla de su propia dificultad de escribir en voz de José García, su alter ego. ¿Cuántas veces se habrá enfrentado a la hoja en blanco? En una declaración comenta que su primera novela es “un poco autobiográfica[6], así se puede escuchar en un fragmento recuperado de una entrevista para el Programa: El libro vacío y Los años falsos, de la serie Josefina Vicens. Una vida a contracorriente, Co-producción del Mirador Universitario y el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM.

Lo que provoca Josefina Vicens es pensarse en la propia escritura y lo que con lleva: la inversión de tiempo, recursos económicos, conocimientos, experiencias de vivir más allá de los límites sociales-culturales normativos, lingüísticos, territoriales y un largo etcétera. En mi experiencia para escribir en ocasiones hay más distractores, o mejor dicho pendientes, que momentos oportunos para la escritura. Y entonces cuando hay ese momento, antes de disciplinarme a escribir un par de veces me asomo a la cocina para cuidar que el café de la olla no se riegue, y luego de servirlo dejo que se enfrié mientras me entretengo en la llamada telefónica. Así las interferencias para recuperar las palabras que quedaron borrosas con la pluma que se quedó sin tinta, y a riesgo de no poder leer las letras apenas marcadas sobre el papel logro poner algunas balbuceantes palabras[7].

En ambas novelas Los años falsos (1982) y El libro vacío (1958) encuentro central la metáfora de la dificultad de construirse así mismo, “del ser hombre”. En El libro vacío, una de las preguntas que puede generarnos es, ¿qué es lo significativo de nuestras vidas para escribir en el segundo cuaderno y evitar el libro vacío? Es interesante la elección que hace Josefina Vicens de sus personajes y de su escritura en primera persona, ya que nos coloca en la posición de dos hombres que cumplen con las asignaciones de género, según el contexto donde los ubica la autora. Para ello José García, personaje de El libro vacío y Luis Alfonso de Los años falsos nos muestran el “ser hombre” como autoridad, como padre de familia el primero, y el segundo, como hijo, obligado a reproducir los pasos de un padre siempre presente y ausente en la construcción de identidad de una nueva generación de “hombres”. Entonces, otra pregunta que hila las historias es ¿qué es ser hombre? Josefina Vicens nos invita a pensarla y luego expone algunas definiciones.

José García y Luis Alfonso son los nombres heredados de sus padres, era norma no escrita que los hijos varones primogénitos heredaran el nombre del padre.  A pesar de esa herencia los dos hombres intentan huir de la asignación que le proveyó su contexto socio-cultural. Luis Alfonso de 19 años exige ser llamado por su nombre y no como reconocían a su padre “Poncho Hernández”, así se rebela.  Hay quienes consideran que en Los años falsos Luis Alfonso a la muerte de su padre lo suplanta como si fuera un acto voluntario. Contra lo que pudiera parecer una suplantación, desde mi punto de vista más bien queda obligado a reproducir su herencia cultural del yo masculino, hegemónico-patriarcal, como mandato[8].

En los círculos de lectura sobre El libro vacío que revisé para esta invitación, los participantes expresaron haber sentido rechazo, molestia, tristeza, frustración, angustia, cierta empatía por José García, tanto por la escritura como por la frustración por no cumplir con las expectativas que esperaban de los hombres. Josefina Vicens, en ambas novelas, nos muestra una masculinidad frágil, una que no cumple con los roles asignados y que también ejerce la violencia.

Desde mi percepción Los años falsos es la continuidad del Libro vacío, donde José García un día fue el padre-hombre admirado por su hijo, y Luis Alfonso es el hijo que debía cumplir con lo normado para los hombres. Cuando José García está frente a su propio desafío, comienza a desplegarse la tinta y las preguntas se centran en el cuestionamiento del ser hombre y del deseo de ‘abandonar’ el matrimonio y dos hijos para encontrarse así mismo. Luis Alonso en Los años falsos se enfrenta a la obligación de “ser el hombre de la casa”, vigilado por la sociedad, en donde los hombres de la política-corruptos, le recuerdan “lo macho que era su padre” y entonces le asignan la obligación de igualarlo.

Los años falsos está basada en la vida de un amigo de Josefina Vicens, según han dado cuenta sus reseñistas. Siendo así, en la historia de esta segunda novela se refleja la empatía que la autora sintió y que le permitió contar y transmitir la angustia que experimentaba su amigo, o quizá los hombres de su contexto, frente a la asignación “de ser hombre”.  Particularmente en esta novela han considerado con mayor peso el tema de la muerte, aunque también en El libro vacío la aborda y la concibe como una forma de liberarse del cuerpo, del vacío, del tedio. En Los años falsos el escenario es un panteón desde donde Luis Alonso comienza a narrar la ausencia de su padre y ve cómo su propia vida se transmuta; con fluidez describe este acontecer como si fuese su propio “destino”: Vida-muerte del “ser hombre”, su padre y él. A partir de este personaje Josefina Vicens lanza como dardos algunos indicios –casi imperceptibles, de las diferencias entre el padre y el hijo, de esa callada rebeldía por no ser lo que esperaban de él: el hombre de la casa, el aprendiz del más macho y disparador, el infiel. Así pasó de joven a ser el adulto con responsabilidades, con deberes y mandatos que reproducir tras la muerte de su padre -y quizá de conocerlo y conocer sus secretos. No solo se trasmuta en el padre porque se ve empujado por los amigos de Poncho Fernández, también por su madre que le impuso y a su vez asumió la autoridad del hijo como el hombre de la casa (así la educación a las mujeres, así la asignación del rol que les tocó a muchas), y el vivir en el espejismo del hombre que maltrató, le fue infiel a su madre. Ante eso, Luis Alonso apenas se rebela contra la obligación de “ser el hombre”, pero se rebela.

En ambas novelas Josefina Vicens nos deja ver su feminismo y activismo, visibiliza el papel de la esposa de José García y el de la madre de Luis Alonso, dos personajes que quedan en segundo plano, ubicadas en los espacios domésticos, son dos mujeres que replican la sumisión y el orden patriarcal, ambas de clase media, de generaciones diferentes pero que dan cuenta de la continuidad del “deber ser de las mujeres” y al mismo tiempo visibiliza la importancia de las actividades que realizan: el cuidado de los hijos, la alimentación, la limpieza, etcétera, y nos muestra la nula o poca preparación en las que se encuentran para insertarse al mercado laboral de los 50s.  Las hermanas gemelas de Luis Alonso es otra metáfora de la reproducción del “deber” ser de las mujeres, ellas también se encuentran en ese espacio privado ¿sin salida?, igual que la madre, son ese molde del “deber ser de la mujer” que se ven obligadas a reproducir.

Entre líneas hay una pregunta que podría detonar la complejidad de otras preguntas para ambas novelas, y que planteó Adán Ramírez Serret, “¿por qué vivir una vida que no quieres vivir?”[9] No hay una respuesta, pero sí hay actos rebeldes, no lo suficientemente asertivos para cambiar el rumbo o el destino de “ser el hombre” pero sí como para cuestionar la masculinidad hegemónica.

Hasta aquí la invitación a la lectura de las dos novelas, pese a que hay otras líneas de análisis y de aprendizaje que nos deja Josefina Vicens. Fue productivo haber conocido algunos círculos de estudio que han provocado el interés por El libro vacío y Los años falsos. Escuchar y leer los diferentes puntos de vista me resultó grato, me encontré con jóvenes promotoras, difusoras, divulgadoras, no solo de las dos novelas comentadas, también dedicadas a compartir sus experiencias con otras lecturas. Además de compartirnos sus opiniones, nos proporcionan datos biográficos que dan evidencia de los saberes de Josefina Vicens, los cuales se reflejan en todas sus palabras, en la elección de sus personajes y los escenarios, en su estilo y ritmo para narrar.

Las referencias citadas considérense más que solo un requisito académico, sino como algunas sugerencias para encontrarse con otras lecturas y otras voces en torno a las novelas que les invito a leer.

Por último, cabe decir que para la memoria y patrimonio cultural feminista, son dos novelas que podrían formar parte de los acervos propios o colectivos, en versión impresa y/o en edición electrónica.

                                         



[1] Correo: npaezgalicia@yahoo.com.mx. Instituto Interdisciplinario de Estudios Aplicados Lou Andreas Salomé, A.C.

[2] Haber leído las dos novelas citadas es gracias a grupos o círculos de lectura como el de GIS (Grupo Interdisciplinario de Sexología: https://www.facebook.com/groups/GisJuglar), que las propusieron para la sesión del pasado 22 de octubre del 2022. Aunque no pude acudir a la cita virtual inicié su lectura en la versión electrónica publicada por el Fondo de Cultura Económica, 2011.

[3] Ana Rosa Domenella, “Muerte y patriarcado en Los años falsos”, en Sin imágenes falsas, sin falsos espejos: narradoras mexicanas en el siglo XX, Aralia López Gonzáles (ed.), México, El Colegio de México, 1995. Disponible en: https://www.jstor.org/stable/j.ctvhn0cm7; Daniel Rodríguez Barrón y Adán Ramírez Serret, Charla: El libro vacío de Josefina Vicens, Ciclo Clásicos mexicanos para el siglo XXI, 17 de septiembre del 2022. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=DhiWdfs-IEc; “Josefina Vicens. Una alegría Urgente”, Programa Garbanzo de libra. Joyas del 22, México, Sin fecha. Consultar en: https://www.youtube.com/watch?v=o9OWAs3e79s&t=8s; “Hangout ‘El libro vacío’ por Josefina Vicens | LibrosB4Tipos”, Soliloquios Literarios, Emitido en directo el 2 oct 2021. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=2SiwhWNpWck; Carlos San Juan, "¡Has de cambiar tu vida! Cuatro mujeres al amanecer de la modernidad a la mexicana", Ponencia impartida en XIV Diplomado Historia del Siglo XX. Un Cuestionario de Género. Sesión 18, Emitido en directo el 21 oct 2020 [Ver minutos 33:53-59:13], Dirección de Estudios Históricos, INAH. Disponible en INAH TV: https://www.youtube.com/watch?v=VqocI7g6rkM. Para quiénes se interesen en conocer un poco más de la trayectoria de Josefina Vicens, pueden consultar los seis programas realizados en forma conjunta el Mirador Universitario y el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Consultar en: https://www.youtube.com/playlist?list=PLw721sKpWTUiHZUU5JyPU_ba4k6LfpQjL

[4] Alexis González Cruz, “Del soplo a la voz: la escritura como emancipación hegemónico en El libro vacío de Josefina Vicens”, Voz-escritura en El libro vacío de Josefina Vicens, Coloquio de titulación, primavera 2020, 7 de mayo, 2020. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=wDdXHVDIgqU&t=1237s

[5] Adriana Sáenz Valadez, “Los años falsos y El libro vacío: la ciudad, la muerte y los roles de género en Josefina Vicens”, en EN-CLAVES del pensamiento, Año VII, número 13, enero-junio, 2013, pp. 149-171. Consultado en: https://www.enclavesdelpensamiento.mx/index.php/enclaves/article/view/195

[6]Voz de Josefina Vicens, en el Programa: El libro vacío y Los años falsos, de la serie Josefina Vicens. Una vida a contracorriente”, Mirador Universitario/Instituto de Investigaciones Filológica, Transmisión por el Canal 22, en el 2013.  Ver en https://www.youtube.com/watch?v=BibAjol-O1U&t=1229s; También léase: Daniel González Dueñas y Alejandro Toledo, [Entrevista] “Josefina Vicens habla de El libro vacío”, La Colmena 71, julio-septiembre 2011. Cabe mencionar que la entrevista publicada en la revista La Colmena fue realizada en 1986.

[7] Quizá futuros lectores podrán identificarse con el personaje o con Josefina Vicens en la experiencia que provoca estar frente a la hoja en blanco…

[8] Léase sobre el mandato en Estructuras elementales de la violencia. Ensayos sobre género entre la antropología y el psicoanálisis y los derechos humanos (2003), de Rita Segato.

[9] Daniel Rodríguez Barrón y Adán Ramírez Serret, Ibidem, minuto: 50:10.

martes, 26 de julio de 2022

La Medida, obra de teatro basada en el original de Bertolt Brecht

 La Medida 

A partir de la adaptación de la obra de Bertolt Brecht La Medida se presentó en el Centro Cultural el Hormiguero, la que adaptó y actualizó Edwardo Camacho con el mismo título la obra teatral, considerada dentro del género como “obra didáctica”, dirigida a un amplio público, sin restricciones para adolescentes a partir de los 12 años de edad, así versa la publicidad.

La primera vez que pude apreciar la obra fue a través de la plataforma de Facebook Live, que en los días de pandemia el uso de los recursos tecnológicos en internet fue clave para acercarnos al teatro independiente, un experimento que aglutinó esfuerzos de actores, del director y adaptador Edwardo Camacho, y del responsable del uso de las tecnológicas para la puesta en escena de una obra que apreciamos de manera presencial el pasado 2 de julio del 2022. La presentación virtual fue ágil e interesante la movilidad que le dieron a la historia a partir de las entradas y salidas de las cámaras, rompieron con lo plano del monitor y con ese simple ver pasivo -así detrás de nuestras pantallas. Eligieron bien el horario, hasta donde recuerdo no hubo intromisiones de algunos ‘sonidos urbanos’ que quedan de fondo en muchas de las grabaciones, seguro les dice algo: “se compran colchones”, “gas”, y otras ofertas que se escuchan a lo largo de las encuentros virtuales.

Es una obra que provoca la interacción con el público, diferente; una provocación diferente a la que experimenté antes de la pandemia, la obra Llegó el momento de la Nueva España al México nuevo, donde la naturalidad y la verosimilitud del actor provocó que casi me levantara de mi asiento muy indignada por lo que nos contaba. Pero en dónde coinciden La Medida con esta última presentación, es en la pregunta: ¿Qué decisión debemos tomar o que decisión podemos tomar? Después de la sofocada sensación que produjo la pregunta, me senté a disfrutar de esa excelente obra que se presentó en el Teatro Sergio Magaña, por ahí del 2019 y que hoy me motiva a comentarles.

Pero, ¿cuál es la medida con que se valora a las personas, hombres y mujeres?, ¿qué medidas o qué decisiones se toman a partir de los valores con que se miden las acciones humanas? La Medida más que ser una obra didáctica es provocadora, más que reflexiva visibilizó la ética y moral de los ahí asistentes que llegamos y fuimos invitados a tomar una decisión sobre la vida humana, sobre una persona que cometió errores a falta de un líder que no explicó por qué de sus decisiones. Y no solo vemos a Claudio Castañeda, a quién se ve por su buena actuación, se ve a ese líder que impone sus decisiones sin tomar en cuenta la importancia, creo, de la comunicación con quiénes se unen a una causa. Tiene el gesto de la autoridad.

Después de varios días de haber asistido a la obra, no terminó por ponerme de acuerdo conmigo misma, si fue desfasada la invitación a interactuar en la obra con la pregunta subyacente, ¿y qué harías tú?, después de que los otres reclutados ya habían desparecido al que supuestamente pusó en peligro al movimiento, “el cuarto”.

Hubo quién sugirió el castigo al “cuarto” personaje de la historia, otros culparon al líder por las decisiones que tomó al reclutar a una persona “sin empatía” a un movimiento “justo”, ¿pero, no acaso los otros reclutados se insubordinaron al tomar una decisión al margen del líder que representaba al movimiento?, ¿tendrían que ser castigados?

En la obra se percibe una crítica a los “burgueses”, al “burgués”, que en su papel de “educadores”, de seres que se “compadecen por el pobre”, genera más que una idea de alianza, la imagen de un rival o de un peligroso ente que pone en peligro los intereses del movimiento.

Edwuardo, además de la crítica hacia el sistema político actual, también provoca a sus espectadores, por lo menos a algunos que no hemos leído La Medida, a leer una obra que cobró vida en nuestros días gracias al trabajo en conjunto con Ana Banderas, Claudio Castañeda, Gustavo Lluviano, Alberto Quijano y Emiliano Yañez, César Alcázar (Regidor de escena).

En mi opinión es altamente recomendable, y quedan pocas presentaciones. Si logran verla, les dejo mi correo por si quieren platicarme cómo les fue y qué les provocó:

npaezgalicia@yahoo.com.mx

22 de julio del 2022.

 

Foto: Norma Páez, 2 de julio del 2022.

Foto: Norma Páez, 2 de julio del 2022.

Foto: Norma Páez, 2 de julio del 2022.

Foto: Norma Páez, 2 de julio del 2022.

Foto: Norma Páez, 2 de julio del 2022.

Foto: Norma Páez, 2 de julio del 2022.

Foto: Norma Páez, 2 de julio del 2022.

Foto: Norma Páez, 2 de julio del 2022.

Foto: Norma Páez, 2 de julio del 2022.

Foto: Norma Páez, 2 de julio del 2022.

Foto: Norma Páez, 2 de julio del 2022.

Foto: Norma Páez, 2 de julio del 2022.

Foto: Norma Páez, 2 de julio del 2022.

Foto: Norma Páez, 2 de julio del 2022.

Foto: Norma Páez, 2 de julio del 2022.

Foto: Norma Páez, 2 de julio del 2022.

Foto: Norma Páez, 2 de julio del 2022.

Foto: Norma Páez, 2 de julio del 2022.

Foto: Norma Páez, 2 de julio del 2022.

martes, 24 de agosto de 2021

‘De caminito a la escuela’

 Responsiva, autoritarismo y miedo

 A unos días del regreso a clases presenciales, 30 de agosto del 2021, según las últimas noticias, las disonancias sobre las ventajas o las consecuencias negativas permean el ambiente en México ante la declaración de “llueve, truene o relampaguee regresamos”. La polarización de opiniones se gesta en un contexto que toma forma por una larga lista de desafíos que se vienen arrastrando desde los pasados sexenios y que se agudizan con el aumento de contagios del virus SARS COV-2 y sus variantes.

¿Estamos en condiciones de regresar?

En el sexenio actual, la mayor responsabilidad a la que se enfrenta el líder presidencial –o nos enfrentamos– es al cuidado de la población estudiantil y docente que además se puede convertir en foco de contagios, y de su aumento al contagiarse y no presentar síntomas. Los dilemas que derivan en problemas no son menores: una movilización masiva no es una amenaza, el debilitamiento emocional paraliza las articulaciones, los huesos se quiebran y no se puede andar.  Los problemas son de salud, de expectativas de vida nula, de optimismo, de pesimismo, de pobreza… etcétera, así para empezar con la lista de los desafíos. Pero, ¿qué significa asumir la responsabilidad jurídica y moral, ética, al asegurar que “existen las condiciones para el regreso a clases presenciales”? Ante la precariedad de los edificios de las escuelas públicas, los escasos o nulos recursos para aplicar los protocolos sanitarios, o la falta de recursos de los tutores familiares que se quedaron desempleados, las expectativas no son alentadoras. Aunque, hay quienes están a favor del regreso presencial la desconfianza es una latencia. Ahora, ¿qué resultados daría una consulta como la que propusó el gobernante en turno para el enjuiciamiento de los expresidentes?

 Es una responsabilidad grave, no sólo para el líder del actual gobierno sino también para las familias en estado de vulnerabilidad, por diferentes condiciones. Los suicidios, la orfandad, las muertes por COVID-19, la precariedad extrema, serán más penas que pesarán, si es que la libramos. Incluso en este panorama, otros temas han quedado rezagados en la discusión cotidiana debido a la prioridad que requieren desafíos inmediatos, individuales: los efectos de los cambios climáticos. La construcción de Tren Maya, por un supuesto, justificado su desarrollo como “bien público, así los desplazamientos forzados “tienen justificación”. ¿De a cuánto serán las ganancias y para quiénes?

Infancia y familias de regreso a clases frente al Tren Maya, son temas distantes de un punto a otro de la lista en que se ubican los problemas a tratar en la agenda política, económica, social. ¿Cuál de los temas afecta más: La destrucción de nuestro medio con el Tren Maya o las muertes por COVID-19? Vivir en la ciudad, reproducirse en ella, da cuenta de lo que se ha dejado de ver y de comer, producto de la tierra y los temporales. Nos podemos imaginar cuáles serán los impactos, del que nos enteráremos más pronto que veloz de la construcción del Tren Maya.

¿Los daños son colaterales, los daños serán directos?…así la reflexión y los dilemas sobre la construcción del Tren Maya y el regreso a clases presenciales.

npaezgalicia@yahoo.com.mx

23 de agosto del 2021

CDMX

 

 

 

 

lunes, 8 de marzo de 2021

Juntas, juntes…8 de marzo del 2021

 

Juntas, juntes…8 de marzo del 2021

El primer muro de contención para el 8 de marzo del 2020 que instaló el gobierno en turno fue el despliegue del Grupo Atenea de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, ¡compuesto por mujeres!, para proteger el Palacio Nacional. Este año se protege con una valla metálica que bordea el edificio. ¿Pero qué les significa este recinto a las mujeres asesinadas, niñas, adolescentes desaparecidas, y los hombres asesinados por homofobia? Para deslegitimar las exigencias de la mitad de la población mexicana, las mujeres, se adjetiva a las marchas, a las pintas como “actos vandálicos”.

Este es el objetivo del gobierno en turno, como cualquier empresario protege sus bienes, proteger de “actos vandálicos” a un recinto que solo a ellos les dice algo, ¿un emblema del patriarcado mexicano?  No, nos tienen miedo. No le tienen miedo a las mujeres porque este gobierno y los pasados (PAN-PRI-PRD-MORENA) tienen al ejército y las armas, tienen el lenguaje para contener las fuerzas disidentes, desobedientes. “Encapsularon” a las mujeres que se manifestaron en contra de Félix Salgado Macedonio, ahí la amenaza y el lenguaje que vamos interiorizando para poder describir “el orden y el poder”.

Sí tenemos miedo, que hay que convertirlo en acciones. Por eso el feminismo es intergeneracional…

El pasado 8 de marzo del 2020 caminamos juntas. Había banderas que representaron la diversidad de agrupaciones que marcharon, y personas en coincidencia sin filiación u organización también llevaban pancartas, caminando con otras. La continuidad y el aumento de los asesinatos de las mujeres por ser mujeres, la trata sexual, el secuestro de niñas y niños, la desaparición de defensoras y periodistas, entre otros problemas, motivó a congregarnos. La conmemoración del 8 de marzo no ha perdido su esencia ni su origen, es parte del sufrimiento continuo de muchas mujeres en el mundo. Caminamos juntas. Así lo hicimos en la Ciudad de México, desde diferentes puntos para encontrarnos en el Zócalo, sin la sospecha de lo que estábamos por vivir. En diferentes estados de México también se manifestaron, también caminaron juntas. En el resto del mundo no se quedaron calladas por ser un problema del mundo. La entrada del virus SARS COV-2 en México, para entonces no se anunciaba con los alcances que tienen los medios de comunicación.

Para los que sospechaban de rumores conspiracionistas, la existencia de este virus era una mentira del gobierno o de los gobiernos, para el resto era una sospecha de lo que la mayoría no teníamos certezas. La incredulidad ha costado la vida de muchas personas, y el aumento de los contagios son todavía un grave riesgo. Después de un año de permanecer en alerta sanitaria, con los matices y relajamientos que producen los colores rojo, naranja, amarillo del semáforo, no ha habido mecanismos ni acciones suficientes para reducir la violencia hacia las mujeres. Antes tampoco había suficientes manos trabajando ni suficientes recursos. Los anteriores sexenios no son exculpados de lo que ahora nos está pasando, y tampoco de este sexenio podremos esperar mucho si no logramos encontrar las acciones que puedan producir los cambios. Los retos que hay que enfrentar se corporizan en fortalezas de la derecha extrema y de la “izquierda” acrítica, conservadora, mentirosa.

La desmovilización de las marchas de las mujeres por las mujeres se dejo sentir después de anunciada la alerta sanitaria; por el confinamiento, por el avance de las enfermedades, las coincidencias bajaron el volumen de las exigencias por un mundo no violento. Se disipó el pensamiento coincidente en defensa de la vida y del mundo que habitamos, el Sars Cov-2 comenzó a ser tema central de nuestras vidas.

Pensamiento coincidente

Existen diferentes mecanismos que fragmentan el pensamiento coincidente, sobre todo cuando éste está constituido por personas sin los recursos que tienen los hombres y mujeres con poder que invierten en la guerra, un negocio que mata y que da más para acumular más dinero y más poder para arrebatar, para desplazar, para ser más ricos.

Pocos días antes, quizá, pudimos calcular que el número de mujeres que marcharíamos ese 8 de marzo del 2020 seríamos más de lo que años o meses anteriores presenciamos o participamos o acompañamos. En el 2019 los periódicos digitales que le dieron cobertura a las marchas que se esperaban para el 8 de marzo calcularon que serían masivas, fuertes; así también se pronosticó para el del 2020. El grito de cada año, no ha sido tan estridente como lo fue el 2020 y como lo seguirá siendo este 2021. Esa estridencia que fue criticada fue el gesto del dolor de muchas mujeres que se plasmó en muros considerados “patrimonio histórico”, pero que ante los asesinatos y el arrebato que provoca la violencia pierde su valor. En las marchas, el tono del enojo se dejó sentir en las paredes.

 En las marchas también hubo hombres que caminaron y se unieron al cuestionamiento y a las exigencias y a ese enojo, y hubo mujeres que respetamos y esperamos su presencia para seguir exigiendo respeto y garantías por el derecho a vivir, así en alianzas. No queremos la guerra entre hombres y mujeres.

¿Por qué crees que existe el feminismo? Esta pregunta no es fácil de contestar, y menos por las personas que no sienten empatía por las mujeres o por lo que les pueda pasar o les ha pasado. Acaso no se han preguntado: ¿Qué temible es tener la conciencia de que “no sabremos quiénes han perpetrado los asesinatos de las mujeres en Ciudad Juárez, en la Ciudad en México, en el mundo? Cuando leemos de Rita Segato este vacío de no saber y no poder evitar, hasta ahora, que se repitan los asesinatos nos viene el vértigo de golpe, que se acumula al miedo sistemáticamente interiorizado.

Al poder le conviene tenernos separadas, desunidas-desunides por mecanismos invisibles pero cotidianos, el racismo, el sexismo, el machismo, el victimismo, el clasismo, las jerarquías y otros que están. Además, de la separación por abismos casi infranqueables entre feministas, porque unas tienen exigencias que otras no empatizan ni entienden, y otras que les mueve la rabia y las lleva al radicalismo, y para otras la moderación y la no violencia que no lleva a mucho: críticas intestinas. Así de separadas estamos, así de separades estamos.

La prensa digital nacional según estimó la presencia fue de “decenas de miles” de personas por lo menos en la Ciudad de México; y la internacional llegó a decir que fueron millones marchando en el mundo, esas fueron las noticias del 2020. Desde el confinamiento, desde el miedo al virus, desde los pasos que se han dado en las calles, en la política, y que seguirán caminando. Desde las fuerzas unidas este 8 de marzo del 2021 se escribe la evidencia de que las mujeres estamos cambiando, que la cultura puede transformarse a una que no mate, que no nos divida y que nos permita salvar nuestro mundo, nuestra casa, nuestra vida. Los gritos estridentes son más fuertes, por eso se forzaron a proteger las paredes de la ignominia de las mujeres.

“Hay mucho que transformar de nosotras y nosotres, de manera urgente y sistemática”, ha sido la alerta de nuestras antepasadas, nuestras ancestras disidentes, de muchas feministas de hoy, y que se hace eco ya más estridente, más ruidoso, porque así es el dolor y el vértigo al miedo de ser asesinadas, desaparecidas, silenciadas, así nuestro siglo XXI.

Para justificar la investigación de los asesinatos de mujeres, muchas han tenido que decir que se trata de mujeres “decentes”, nuevamente la utilización de adjetivos que están en nuestras lenguas para defender o exigir justicia por las desaparecidas o asesinadas. Cómplices de este uso, implícito o no, en la prensa digital se reproduce esta moral que niega los derechos de las disidentes, de las que no caben en el sistema, y de las que hoy por hoy se nombraron en la valla metálica. Quedan señalados los cómplices. La valla metálica es evidencia de denuncia que pronto será desmontada pero que quedará en la memoria de las muchas en el mundo, porque el feminismo es intergeneracional.

Norma Páez

npaezgalicia@yahoo.com.mx

8 de marzo de 2021

Fotos: Norma Páez, 8 de marzo del 2020. Para la memoria. 












lunes, 20 de enero de 2020

R E S E Ñ A : Magia y Modernidad



Revista Dimensión Antropológica
Año 22, volumen 63, enero-abril, 2015. 
Instituto Nacional de Antropología e Historia.
ISSN 1405-776X

La  magia  de  la  vida,
la vida de la magia.



La magia: un camino de saberes con los que intentaron o intentan explicar algo en cada contexto; aun en la vida cotidiana del siglo XXI. La magia ante los miedos y lo que generan éstos: nervios, angustias, frío, calor y un variopinto de pequeñas reacciones en cadena que el cuerpo sufre, logra cierta o una total eficacia, en esa dialéctica entre quienes la practican y se alivian. El contexto del siglo XX, el que nos tocó nacer, vivir, experimentar, transitar y sufrir hacia el XXI está marcado por la socialización de las tecnologías de comunicación, de su uso de un gran porcentaje de la población en México, y donde la violencia, en todas sus expresiones se instauro con mayor fuerza.

    Aquí estas reflexiones sobre las aportaciones del dossier temático Modernidad y magia se justifican por lo que se vive en el siglo de las tecnologías avanzadas de comunicación, y de otras que suponen la versión “superior de la humanidad”.

  ¿Quién tiene la magia?


La modernidad que comenzó a cristalizarse en el siglo XVI, supuso la desaparición paulatina de la magia: ese conjunto de prácticas y de creencias, de lenguajes y necesidades que explicaron alguna vez la propia existencia. Aún en el siglo XXI ésta responde a una serie de preguntas que las personas se plantean, de manera individual o colectiva. La magia forma parte de la historia de la humanidad que está transformándose, instalándose, reformulándose de acuerdo a los contextos, a las situaciones que le insuflan vitalidad y la renuevan, que forman parte de lo que Fernand Braudel llamó “marcos mentales de larga duración”[1]. Pero ¿qué creencias y qué prácticas sobreviven en nuestros tiempos? ¿Qué es lo eficaz y activo de la magia en nuestro presente? ¿Cuándo es necesario usar la magia? ¿Cuáles son las problemáticas por los que acuden a la magia: ¿daños, envidia, desamor, celos, pobreza, miedos, odios, enfermedades, amor, suerte, carisma, deseo de poder?
            A través del volumen 63 de la revista Dimensión Antropológica: Anne J. Warren (coordinadora del dossier), Antonio Machuca, Zenia Yébenes, Laura Herlihy y Raymundo Mier promueven una “cómoda conversación”, entre quienes han estudiado la magia desde aristas que implican la brujería, el shamanismo, el curanderismo, la psiquiatría y otras prácticas que han respondido según las necesidades de las personas. La conversación continúa en torno a la magia y el pensamiento mágico, y todo lo complejo que implica para algunas sociedades, comunidades o personas en sus propios contextos lo que se concibe como modernidad. El desarrollo de la magia en diferentes contextos sociales, temporales habla de esa elasticidad en el tiempo, cuya utilidad da continuidad a un sistema de creencias.
Modernidad y magia, quizá, para las futuras generaciones sean también dos temas centrales para curarse, para entenderse, para explicarse en el mundo en que habitan o para cumplir sórdidos deseos que se mascullan entre dientes. Magia, religión y modernidad−ciencia: son hilos que evidencian las continuidades de muy larga duración y de una falsa idea de progreso que solo define la invención y control de las tecnologías y no del cambio de las mentalidades, del imaginario social que se representa a través de prácticas, rituales, mitos y otros medios de transmisión visual, oral, escrita, gestual, aun cuando hoy nos digamos “modernos” distanciados de lo supuestamente “primitivo”.
Generaciones pasadas y presentes reproducen y ocupan esos conocimientos que se entretejieron: prácticas, mecanismos, leyes, reglas, prohibiciones, creencias, ritos; conocimientos diluidos en las culturas, a veces espesos como la pintura a punto de secarse, a veces frágiles ante el pensamiento crítico, diverso, amorfo, pero aún útil para la diversidad de sociedades y personas; conocimientos utilizados para definir o distanciarse de la religión, o para legitimar la ciencia frente a la religión.
Las aportaciones que se publican en el volumen 63 de la revista Dimensión Antropológica[2] son temas que mueven a las generaciones de estos días, de estos años, de generaciones de diferentes edades que viven y han crecido juntas. Por los contextos del siglo XXI, por el tránsito cultural, tecnológico, social, político que significó para muchos de las generaciones nacidas en el XX. Por lo anterior resulta interesante la compilación de investigaciones, preguntas y respuestas que se publican en este número.
 Este dossier temático, me parece, gira en torno a dos preguntas: ¿por qué hasta nuestros días el sistema mágico-religioso persiste? Y ¿de qué manera la magia ha funcionado en un mundo globalizado, tecnologizado, civilizado? ¿La persistencia en el uso de los saberes mágicos, religiosos y científicos depende de las preguntas y conflictos que experimentan las personas?
El dossier lo integran cinco artículos, una aportación fotográfica en la sección de cristal bruñido y tres reseñas. Para concentrarnos en las colaboraciones que dan forma a este dossier de magia y modernidad inicio recomendando “La fotografía: tiempo de fantasmas”.

La foto al aire libre: “pajarito, pajarito”

La colaboración de Juan Manuel Aurrecoechea, “La fotografía: tiempo de fantasmas”, que a diferencia de las primeras aportaciones publicadas en la sección de Cristal Bruñido, el autor analiza una fotografía. Llama la atención ya que desde el volumen 40 hasta el 75 han sido selecciones de entre 15 y 20 fotografías históricas, y con Juan Manuel nos vemos provocados a recordar fotografías propias, que quizá habíamos olvidado, a través de una foto familiar: una propia, entre las muchas guardadas en los albúmenes familiares. Las fotografías de las y los personajes, de los paisajes, de las calles y los barrios tienen su valor dado por quien vive el recuerdo: las fotografías son un microrrelato o una serie de microrrelatos que le provocan al que mira. ¿Cuántos microrrelatos podrían crearse alrededor de una sola fotografía? ¿Qué detalle nos atrapará para inferir lo que pudo haber pasado en el momento de la toma fotográfica? Con el aumento del uso de celulares, los recuerdos están en el riesgo de perderse; ya no imprimimos los atisbos de la memoria, en positivo quizá. Sin que se tenga que acudir a los archivos o las bibliotecas, mirar esos fragmentos del pasado en la sección Cristal Bruñido nos ofrece la posibilidad de un acercamiento al objeto del deseo, de la añoranza, del recuerdo espontaneo y del homenaje a quienes están ausentes o quienes estuvieron de paso.
El escenario creado fuera de los estudios fotográficos, al aire libre, fue parte de los cambios que se vieron en el siglo XX. En el uso de una tecnología que no estaba en las manos de la mayoría fue la profesión de unos cuantos, aquellos que podían invertir en los estudios de foto, en las primeras cámaras y todo aquello que implicó la fotografía. La mirada de Gustavo Amézaga nos permitió fijarnos en detalles de la fotografía que analiza Juan Manuel Aurrecochea, los cuales quizá habrían pasado desapercibidos: los telones de fondo. Como paseo virtual de los estudios del siglo XIX, un referente es Gustavo Amézaga[3], cuyas investigaciones nos permiten cuestionarnos sobre la utilidad de los fondos pintados al óleo en espacios cerrados y luego el uso de telones pintados al aire libre.
Ahora, frente a la cámara están determinados por la usabilidad de las digitales integradas a los celulares no sólo por la socialización de las tecnologías, también por la percepción que las personas tienen de sí mismas a partir del contexto cultural en el que se encuentren. De la magia a la tecnología, en el proceso de la apropiación de las tecnologías, en su uso, por ejemplo, la infancia ya no descubre, ya no inventa, creen algunos. Lo que dice Levin[4] al respecto es que ya no tienen experiencias corporales-espaciales-temporales. Entonces la pregunta es ¿cómo las actuales generaciones explican sus percepciones del mundo, de lo externo?, ¿cómo responden ante esas percepciones?
Se supuso que el desencantamiento se produciría a través de la educación, sin embargo, para el sector que se inscribe en los límites de lo normal no se logró. En mi lectura Antonio Machuca se pregunta por qué reaparece o se usa, o se reutiliza en contextos donde se supondría que la ciencia se ha instalado[5].  Mientras que no se conocía la naturaleza, la magia fue la respuesta ante el miedo, ante el hambre, la competencia y la violencia que pudo generarse por el frío, por el calor o por la oscuridad. En este sentido la magia y las tecnologías estaban separadas, según las investigaciones de Rodrigo Díaz Cruz, donde la primera pretendía aumentar la eficacia de la segunda[6]. La función de la magia era potenciar la eficacia del medio o el poder para cumplir con el deseo producido por el amor, el odio, el rencor, la generosidad, las emociones, por el poder, etcétera. La ciencia pretendía responder de otra manera, a diferencia como la magia contestaba ante ciertas situaciones. Así pues, debido a la socialización de las tecnologías, las respuestas determinantes de la ciencia han conducido a la humanidad a que pierda su capacidad de asombro, sus habilidades y competencias para crear y preguntar, ese es el rumor.
La magia, por sí misma no se explica, igual que la religión y la ciencia, ante los diferentes contextos pretenden responder a las preguntas y las incertidumbres que no tienen respuestas inmediatas a quiénes no les ha interesado explicarse, quiénes usan los medios sin pedir explicaciones o sin preguntar cómo funciona: estamos hablando de confianza. Las personas, las sociedades han revitalizado la magia, el “encantamiento” continúa en uso porque no todo se explica o porque de todo no se tienen certezas.
Desde la visión occidental algunas de las respuestas que generan las personas frente a diferentes situaciones de conflictos o necesidades vivenciales, a nivel individual y/o colectivo, han sido consideradas como “patologías”: la superstición o las prácticas mágicas son marcadores limítrofes de binarismos como normal - anormal, sano-enfermo, racional-irracional, patológico o no, herético. En este sentido Raymundo Mier en su aportación “Ritualidades mágicas: relevancia pragmática y liminaridad” expone la condena intransigente con que se mira a quien participa o hace uso de la magia, esto ha sido porque la ciencia y la religión se ubican del lado de lo “normal”, en esto coinciden Zenia Yébenes y Raymundo Mier. He ahí las evidencias de los siglos XVII, XVIII y XIX donde se buscó erradicar la superstición, el uso de plantas medicinales, el uso de rituales que confrontaban al pensamiento científico con los conocimientos que se generaban en las comunidades, conocimientos englobados en torno a la magia. Aunque del lado de quienes se rigen de la magia, también existe esa intolerancia hacia quienes no pertenecen o asumen la magia: entonces, ¿cuáles son los efectos de no creer o de pensar diferente?
Las reflexiones antes mencionadas me recordaron a Bernardo B. Zimerman[7]  y su novela La risa, leamos el siguiente párrafo:

“En este poblado, cercano a la periferia de la gran ciudad, quien no cree en la brujería es visto como un rebelde necio, porque rechaza algo que todos aquí admiten como verdadero. Algunas veces útil y necesario y otras perjudicial y temido. Quien desprecia los poderes de los brujos es tildado de tonto y sin defensa alguna contra sus enemigos, abiertos y ocultos. Casos tremendos, lo mismos que sucesos afortunados, debidos a la magia de los hechiceros pasan de boca en boca. Casi nadie se atreve a pensar diferente de como lo hacen todos los vecinos de este lugar”. La risa, p. 7.

Lévi Strauss en 1956 se preguntó[8] ¿qué pasa cuando no se logra o no se cumple con el objetivo al hacer uso de la magia, desde la amplitud del concepto?  Cuando lo normalizado, llámese magia, ciencia o religión, se fractura o es cuestionado, el impacto en las relaciones personales se evidencia en las respuestas.
La aportación de Anne Warren Jhonson muestra cómo en el contexto de Guerrero donde realizó su investigación, son los hombres quienes tienen un papel protagónico en el uso de la magia, y donde la intervención de las mujeres causa cierta tensión. Desde la perspectiva de género, los roles asignados históricamente se imponen normativas a través del ritual, de una festividad, de la repetición y de la naturalización de los binarismos que impiden la participación de las mujeres en espacios considerados exclusivos de los hombres. Aunque su objetivo de Anne es otro, o por lo menos no lo profundiza en su investigación, la descripción de las prácticas mágicas nos permite ver la exclusión de las mujeres en estos espacios donde el ritual y lo sagrado interactúan. Es decir, la normativa del ritual naturaliza la exclusión de las mujeres y la defensa de los hombres por el ritual ¿“masculino”? En el que los jóvenes de Teloloapan, que según referencias dadas por Anne, participan del performance con el propósito de demostrar su masculinidad y su juventud.
En su investigación “Máscaras, memoria histórica y magia del Estado”, Anne visibiliza el testimonio de los artesanos que explican cómo surgió el uso de las máscaras y cómo su transformación se logró mediante la reproducción de la memoria mediante la transmisión del discurso visual de generación en generación. Las fotografías que nos comparte podemos observar en cada uno los detalles la idea de una lucha por la independencia, de la idea de la Historia oficial. Al respecto, la conferencia de Gilhem Olivier nos permite comprender por qué, según cuentan los artesanos que entrevista Anne, los insurgentes propagaron que Teloloapan estaba “lleno de diablos y espíritus infernales” (p.77)[9]. Efecto del miedo: la huida de los realistas ante la presencia de los “diablos de Telolopan” se produce ante la predisposición cultural de los españoles ante las imágenes difundidas. De aquel momento, según la narración de los artesanos, queda instituida la importancia de las máscaras en Teloloapan hasta nuestros días, la continuidad que observa Anne J. Warren es el uso del temor que buscan infundir, a través de la incorporación de diablos, monstruos y la muerte en la hechura de las máscaras. Apropiación y autenticidad de una cultura para promover el reconocimiento de una identidad forjada por una leyenda, un mito o un cuento local, autenticidad de lo original y apropiación de una historia oficial.
Así, también podemos acercarnos desde la perspectiva de género al trabajo de Laura Herlihy “Magia amorosa, autonomía política y posmodernidad”, a través del cual evidencia cómo son las mujeres las que tienen o buscan tener un papel relevante en el uso de la magia “amorosa” e intervención en la política. Para ellas el uso de la magia es una alternativa económica y un recurso que provee de seguridad, tranquilidad, certidumbre antes las relaciones de pareja y la vulnerabilidad económica. Para el caso que expone Laura nos provoca pensar en las percepciones que tienen las personas en el uso de la magia amorosa, construidas a partir de estereotipos y roles de género asignados a hombres y mujeres, es decir, en este sentido ¿cómo se explican las personas que los hombres salgan de los roles de género? La respuesta que dan es que “están embrujados”. Estar embrujados evita asumir que los cambios tienen que ver con el cambio de los patrones culturales imperantes.
Los ritos, los mitos, el lenguaje, entre otras prácticas que constituyen la magia establecen conductas sociales, roles de género, percepciones del medio que determinan las acciones de las personas.[10] La enfermedad, la infidelidad, la incertidumbre, la pobreza, la discriminación, los celos, la violencia, al mismo tiempo son el límite de lo habitual y al mismo tiempo de lo cotidiano, ¿cómo afrontan las personas las situaciones límite? La magia, la religión y la ciencia pueden ser la respuesta de esas situaciones límite: el pensamiento religioso, mágico, científico y el crítico que da paso a la selección entre uno u otro, aquel que le explique lo que siente, lo que vive, lo que cuestiona. Las sociedades a las que están inscritas las personas les provee de recursos socio-culturales para afrontarlos de tal manera que el impacto no obstruya su desarrollo u obstaculice la construcción de su bienestar[11].
Ante los cambios que se están viviendo en el siglo XXI, la carencia o ausencia de habilidades para el manejo del sufrimiento, causado por los “problemas que se presentan en la vida” es lo que nos puede provocar pensar en la ineficacia o la eficacia de la magia, la ciencia y la religión.

Toda nuestra ciencia, comparada con la realidad, es primitiva e infantil... y sin embargo es lo más preciado que tenemos. ALBERT EINSTEIN (1879-1955)

Las creencias mágicas, religiosas o científicas, las veo como útiles inhibidores sociales o útiles respuestas ante lo que Zenia Yébenes nombra como patologías o síntomas de la esquizofrenia, en su colaboración “La razón moderna, la razón hechizada. Psicopatología de la superstición en el orden contemporáneo”. En parte porque a través de los lenguajes del pensamiento mágico las personas se explican así mismas, de esta manera mientras no exista otras maneras el pensamiento mágico es un mecanismo de defensa ante la incertidumbre. En un contexto donde la modernidad ha separado las creencias “legitimadas” por disciplinas como la medicina, la psicología, las conductas relacionadas con ésta son consideradas como predictores de la esquizofrenia[12], sin embargo, habría que considerar que para quienes confían en la magia no hay nada de “fantástico, ni falso, ni primitivo”, es real y a histórico, una magia que vive y se vive.
La investigación de Zenia provoca varias preguntas, una es: ¿Qué fuentes nos podrían decir acerca del aumento o no de la esquizofrenia, en uno y otro contexto, el rural, el urbano, el semi-rural? Antes de comenzar a leer la aportación de Zenia Yébenes sugiero iniciar con Enfermedad mental y personalidad de Michel Foucault[13].

La continuidad de la magia

Las sociedades han practicado e interiorizado la magia a lo largo de sus historias, los conocimientos se reproducen. La manera en que sus pacientes se explican la experiencia de la esquizofrenia nada tiene que ver con la medicina que creó el lenguaje, no es obligatorio que quienes lo experimentan tengan que explicarlo con definiciones y categorías inventadas por la psicología o la psiquiatría, finalmente no son ni psicólogos ni psiquiatras. Así en las comunidades urbanas o rurales, ante la incertidumbre la magia se piensa como una de las tantas maneras de afrontar los conflictos políticos, económicos, sociales, culturales y psicológicos, sus mecanismos se usan para lograr contener también la violencia.
Por ejemplo Fabiola Y. Chávez[14] piensa que “el latente temor de un castigo actúa como catalizador y transforma el probable evento natural en un evento sobrenatural”.  El descontrol de las emociones, de los sentidos, les lleva a las personas a vivir la incertidumbre, a vivir experiencias que les angustia, que les asusta, que les duele, que no pueden definir o es así que lo significan para evitar menos angustia, y ¿cuándo no funciona ni la magia, ni la religión o la ciencia? A través de su investigación Fabiola Y. Chávez muestra como las consecuencias “patológicas” se agravan según la propensión de las personas para creer o no, creencias en los referentes culturales que la producen, que la explican o que la curan. Aunque la colaboración de Fabiola no forma parte del dossier, entre otras investigaciones que cito en esta reseña, su aportación contribuye a reflexionar en una de las aristas de la magia.


La magia como resiliencia[15] ante el mundo

La resiliencia es un concepto que recién se nombra con asiduidad, sin embargo la construcción de éste ha dependido de las aportaciones individuales y de los colectivos por generaciones y entre generaciones, así constituida por creencias comunales, pautas culturales, creencias sobre sí mismas o de sí mismas.  Los contextos donde nace, vive y muere la humanidad son cambiantes, las dinámicas de estos cambios requieren de las acciones humanas, depende de qué tanto se aferren a los parámetros culturales que dan continuidad a ciertas “certidumbres”, que requieren algunas personas para sobrevivir al mundo.  ¿Cómo describiríamos el contexto mundial por la que atraviesa la humanidad?
En cuanto a la magia y a su uso, la pregunta de Armando U. Cerón[16] resulta pertinente, “¿Por qué hay diversas maneras de enfrentar las mismas condiciones a las que socialmente se está expuesto? En el uso de la magia nos encontramos a quienes creen y a quienes ostentan del poder de lo mágico. Una vez acostumbradas las personas a la ciencia, a la religión y a la magia no se pregunta por las causas y los efectos, no se cuestionan el origen, solo buscan los beneficios; practican los rituales y lo que conlleva la magia, la ciencia y la religión sin preguntarse quién los inventó y de cómo se constituyeron en sistemas de ideas, conocimientos y explicaciones. Se usan, se utilizan de acuerdo a sus necesidades porque tienen efectos “positivos o negativos” según lo que observaron, porque además las prácticas mágicas dan respuesta a los conflictos y a las tensiones.
Con el surgimiento de la ciencia también surge la automedicación, y la afirmación de que la tierra no es cuadrada. La ciencia, la religión y la magia crearon certidumbres, verdades, afirmaciones que le dieron sentido a la vida humana, en la salud y en la enfermedad, en la construcción de relaciones personales; pero que también crearon normatividades valoradas y discriminadas que han negado los derechos a ser diferente; y que tampoco provocan la sorpresa.
Las transiciones que implica la migración, la muerte cercana de un pariente o un familiar, de pasar del trabajo en el campo a la industria, se enfrentan o se explican de acuerdo a los recursos culturales que se tengan a la mano; en las personas está lo mágico, lo religioso y lo científico–lo moderno; cada una provee de herramientas culturales para significar las distintas situaciones que viven. Por ejemplo Paul Hersch y Raúl García Contreras[17] muestran cómo entre los jóvenes de las comunidades Na savi de Guerrero la brujería se ha convertido en un bien de prestigio y como una actividad remunerada, con el cual adquieren ciertas capacidades para gestionar los conflictos comunitarios; otro ejemplo de uso de la brujería para gestionar la violencia, por ejemplo léase la investigación de Mónica Marín, Prostitución y religión: el Kumbala bar y el culto a San Simón en un lugar llamado Macondo de la frontera, México-Guatemala[18].

Componentes heterogéneos: entre magia, religión y ciencia

Investigaciones recientes han reflexionado en torno a la definición de la resiliencia, un término cuyos orígenes se remontan a la existencia misma de la humanidad, y que conjunta una serie de componentes que emanan de las fuerzas internas y las externas, éstas últimas construidas y utilizadas de acuerdo a las condiciones o situaciones en que se encuentren las personas. Un concepto discutido, historizado, y que define la totalidad de las personas, del cuerpo humano, de la vida humana. Por ejemplo, las curaciones que se emplean para evitar o expulsar las enfermedades o síndromes culturales[19], que son los saberes y mecanismos accionados para lograr un fin. Y en los contextos de conflictos comunitarios el pensamiento mágico, la magia, se recrean también como actividades de contención ante la violencia, el desamor, la escasez de empleo, y como mecanismos en sí de defensa ante lo inexplicable.
Las enfermedades físico-mentales que experimentan las personas se curan o se padecen según el contexto en que se encuentran. Por ejemplo, Eliana Acosta[20] encontró entre los nahuas de Pahuatlán, Puebla, que la conformación de la persona, el estado salud y el de enfermedad tienen que ver con las relaciones sociales que las personas establecen en la familia, en la comunidad y con entidades sobrenaturales. Cuenta que en las personas se constituye dos tipos de fuerzas, una que está desde que la persona nace, y otra que se construye gracias a las relaciones personales que establecen a lo largo de sus vidas, “fuerza de acción”, con ambas puede afrontar las distintas situaciones, ¿casos de resiliencia individual y colectiva?
La magia es usada, actualmente, por estudiantes, políticos para mantenerse en algún cargo, las mujeres y los hombres sin empleo, sin afectos, con problemas emocionales, en fin, la magia conjunta saberes para vivir el dolor, los deseos, las envidias y lo que nos hace humanos, ¿demasiado humanos…? Se ha producido abundantes investigaciones que dan cuenta del uso de la magia, en las citas encontrarán algunos ejemplos de lo antes mencionado, y particularmente en este dossier las colaboraciones aportan un buen listado de referencias bibliográficas al respecto.
Para cerrar invitó a leer las reseñas que, aunque rompen con la temática central del volumen, cada una son una invitación a conocer las aportaciones bibliográficas publicadas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Finalmente, ahora sí, cabe decir que la portada del volumen 63 se ilustra con la fotografía de una de las figuras de Fernando Botero, pintor y escultor colombiano, una de entre las cinco esculturas monumentales que se expusieron en la explanada del Palacio de Bellas Artes de México en marzo del 2012[21]. El autor es Benigno Casas.

Norma Páez
Instituto Interdisciplinario de Estudios
Aplicados Lou Andreas Salomé, A.C.
20 de enero, 2020.






[1] Ma. Rosa Palazón M., “¿Qué es la magia? Un análisis filológico y filosófico”, en Anales de Antropología, México, Instituto de Investigaciones Antropológicas, vol. XXXII, 1995, pp. 257-265. Disponible en: http://www.revistas.unam.mx/index.php/antropologia/article/viewFile/351/335
[2] Revista Dimensión Antropológica, vol. 63, Año 22, enero-abril, 2015. Disponible en: http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?cat=2551
[3] Gustavo Amézaga Heiras, “Las apariencias engañan. Los fondos en los estudios fotográficos en el siglo XIX”, en Alquimia 55, 2017, pp. 6-23. Disponible en: https://revistas.inah.gob.mx/index.php/alquimia/article/view/10543
[4] Mederick Andrade, “¿Tecnología lúdica? Entre la imagen digital y el juego”, en aion.mx, 6 de julio de 2015. Disponible en: http://aion.mx/reportaje/tecnologia-ludica-entre-la-imagen-digital-y-el-juego ; Beatriz Ramírez Grajeda, et al, “Subjetividad y socialización en la era digital”, en Argumentos, vol. 27, núm. 76, septiembre-diciembre, México, UAM-X, 2014, pp. 171-189. Disponible en:  http://www.redalyc.org/pdf/595/59537777009.pdf
[5] Juan Francisco Caldera Montes, et al, “Pensamiento mágico en estudiantes. Estudio comparado entre niveles educativos”, Revista Iberoamericana para la investigación y el desarrollo educativo, México, vol. 8, julio-diciembre 2017.
[6] Rodrigo Díaz Cruz, “Ritos mágicos, carabelas, computadoras personales: antropología y tecnología”, en Nueva Antropología, 1995, XIV (marzo) : [Fecha de consulta: 13 de julio de 2016] Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=15904703 
[7] Bernardo B. Zimerman, La risa, México, Editores asociados mexicanos, 1979, 128p.
[8] Elizabeth Araiza Hernández, “Presentación: Actualidad del viejo debate sobre el ritual: un texto inédito de y en torno a Claude Lévi Strauss”, en Relaciones 121, Invierno 2010, Vol. XXXI, p. 138-172. Disponible en: http://www.revistarelaciones.com/files/revistas/121/pdf/07documento.pdf
[9] Véase “El mundo maravilloso y mágico de los conquistadores”, conferencia impartida por el historiador Gilhem Olivier, en el Centro de Estudios de Historia de México. Fundación Carlos Slim, el 8 de abril del 2019. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=BkQgI64Pu_o
[10] Danièle Dehovue nos proporciona información de cómo los tlapanecos establecen y reproducen conductas que deben evitar las personas con algún tipo de cargo público: los actos violentos, pleitos, golpes, ofensas, amenazas. Estas prácticas mágicas norman las conductas, establecen patrones que funcionan o tienen cierta eficacia para evitar prácticas contrarias al bienestar de la comunidad. Consúltese en Dimensión Antropológica, Año 19, vol. 56, septiembre-diciembre, 2012, pp. 67-97. Disponible en. http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=8248 ; “El lenguaje ritual de los mexicas: hacia un método de análisis”, disponible en: http://danieledehouve.com/images/articles/dehouve-El_lenguaje_ritual_mexicas.pdf
[11]El arte de vivir. Manual clásico de la virtud, la felicidad y la efectividad, de Epitecto. Reinterpretación de Hernan Pisano. Disponible en: https://grandeseducadores.files.wordpress.com/2015/09/epicteto-el-arte-de-vivir.pdf
[12] Léase en Juan Francisco Caldera Montes, et al, “Pensamiento mágico en estudiantes. Estudio comparado entre niveles educativos”, Revista Iberoamericana para la investigación y el desarrollo educativo, México, vol. 8, julio-diciembre 2017, p. 4.
[13] Michel Foucault, Enfermedad mental y personalidad, Argentina, Buenos Aires, Ed. Paidós, 1984.
[14] Léase “Envidia, mal de ojo y paura en los Apeninos centrales (Leonessa, Italia)”, en Dimensión Antropológica, Año 16, vol. 47, septiembre-diciembre, 2009, pp. 63-102. Disponible en: http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=4032
[15] Michel Manciaux (comp.), La resiliencia: resistir y rehacerse, Gedisa Editorial, 2010.
[16] Armando Ulises Cerón Martínez, “Habitus y capitales: ¿disposiciones o dispositivos sociales? Notas teórico-metodológicas para la investigación social”, en Revista Latinoamericana de Metodología de la Investigación Social, No. 4, Año2, Octubre 2012, marzo 2013, Argentina, pp. 68-82. Disponible en: http://relmis.com.ar/ojs/index.php/relmis/article/view/53
[17] Véase trasmisión: Paul Hersch Martínez y Raúl García Contreras, “Brujería y daño a la salud. Un análisis desde sus múltiples dimensiones en dos comunidades Na savi de Guerrero”, en X Jornada de Antropología Médica, 17 de octubre de 2019. Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=5zfPkDFr9gQ&t=1719s
[18] Blanca Mónica Marín Valadez, Prostitución y religión: el Kumbala bar y el culto a San Simón en un lugar llamado Macondo de la frontera, México-Guatemala, Tesis de maestría en Antropología Social, CIESAS-Sureste, San Cristobal de las Casas, Chiapas, diciembre de 2014. Disponible en: http://repositorio.ciesas.edu.mx/bitstream/handle/123456789/307/M640.pdf?sequence=1&isAllowed=y
[19] “Envida, mal de ojo y paura en los Apeninos centrales (Leonessa, Italia)”, en Dimensión Antropológica, Año 16, vol. 47, septiembre-diciembre, 2009. Disponible en: http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=4032
[20] Léase en “La relación del itonal con el Chikawalistli en la constitución y deterioro del cuerpo entre los nahuas de Pahuatlán, Puebla”, en Dimensión Antropológica, Año 20, vol. 58, mayo-agosto, 2013, pp. 118. Disponible en:  http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=10063
[21] “Una fiesta con Botero en México”, 30 de marzo de 2012. Disponible en: https://laopinion.com/2012/03/30/una-fiesta-con-botero-en-mexico/